En 1992 Neal Stephenson publicó una de las obras cumbre la literatura ciberpunk, Snow Crash, la más vendida de los años noventa dentro de este subgénero de la ciencia ficción. Además, no solo tuvo un éxito de público, la prestigiosa revista Time la seleccionó como una de las 100 mejores novelas escritas en inglés desde 1923. La trama de la novela oscila entre el mundo real y el virtual, en este caso denominado “Metaverso”. Aquí, este ciberespacio se define como “un mundo virtual ficticio y un espacio virtual colectivo y compartido con un aspecto de la realidad externa”.
Según Francisco Asensi, asesor en el Spain Audiovisual Hub y uno de los mayores expertos sobre el tema, el metaverso consiste en una evolución de Internet. Una herramienta que ofrece mayor participación por parte de los usuarios ya que es más inmersiva. Esta tecnología tiene un extenso campo de actuación porque ofrece numerosas posibilidades que, aplicadas al ámbito cinematográfico, pueden permitir una ampliación de los universos narrativos.
Desde el Festival de Cine de Santander no se quiso dejar pasar la oportunidad de abrir un diálogo en torno a este tema, haciendo hincapié en todas las conexiones que se pueden dar entre la evolución del metaverso y la industria del entretenimiento. En este diálogo se determinó que el metaverso reúne los siguientes rasgos distintivos: la interactividad, la corporeidad y la persistencia.
No obstante, a raíz de estas tres características se demuestra que, hoy en día, no existe este tipo de espacio como tal. El metaverso en este momento es operativo gracias a distintas aplicaciones de diversas empresas, generalmente grandes, que no están relacionadas entre sí. De este modo, no es posible moverse entre distintas aplicaciones o plataformas del metaverso sin perder información de una a otra. Es decir, tenemos la interactividad que permite relacionarnos con otras personas y objetos, la corporeidad que nos ofrecen las leyes físicas como en la realidad virtual, pero falta parcialmente la persistencia, la continuidad de un mundo paralelo interconectado que no deja de funcionar cuando no estás en él.
Respecto al ámbito audiovisual, se avecina un cambio de modelo en el que aparecen nuevos formatos, públicos y duración de las piezas de entretenimiento. La evolución ha llegado hasta tal punto que se ha llegado a producir la “caída de la cuarta pared”. Esto va más allá de la simple ruptura, ya que permite la inmersión del usuario dentro de la narrativa, haciéndole partícipe de la propia creación de la historia. De esta forma, la mirada a cámara de Monika en la célebre cinta de Bergman de 1953 Un verano con Monika pasa a ser una interpelación al espectador excesivamente sutil comparada con esta caída de la frontera entre obra y espectador que ofrece como posibilidad el metaverso.
En la mesa redonda del Festival de Cine de Santander no se dejó de lado la exploración de los nuevos tipos de producción que surgen a raíz del avance de la tecnología, como la realidad aumentada o las obras interactivas. Un ejemplo de su relevancia es que este tipo de obras ya tienen su espacio en festivales de cine como La Mostra de Venezia en el caso de las producciones inmersivas o en mayors del VOD como Netflix si hablamos de las narraciones audiovisuales interactivas. Además, este avance de la tecnología dio lugar a la reflexión sobre qué nuevas posibilidades de narración pueden llegar en un futuro no muy lejano gracias a la velocidad del progreso.
A partir de esto, actuales creadores evolucionan para generar nuevos tipos de contenido y surgen nuevos creadores que dan lugar a formas de expresión distintas a lo que estábamos acostumbrados hasta el momento. Volviendo al avance tecnológico, este va a permitir, gracias a la cada vez mayor capacidad analítica de datos, que los nuevos perfiles dentro de la industria se muestren competentes a la hora de desarrollar proyectos mucho más específicos para cada usuario.
Al tratarse de algo nuevo, no existe una regulación como tal de algunos aspectos como los derechos de autor o la financiación. Es por ello por lo que en el marco del Festival de Cine de Santander se mencionaron varias opciones en las que se podría dar una organización de estos, como la regulación por parte de organismos oficiales o por parte de los usuarios.
Pese a que el metaverso tiene muchas ventajas y supone un gran avance en cuanto a posibilidades dentro del mundo del entretenimiento, no deja de tener los mismos riesgos asociados a internet. Tales como el desarrollo de patologías como depresión o ansiedad vinculadas más al ámbito de las redes sociales pero que no dejan de estar presentes en un espacio social como es el metaverso.
Teniendo en cuenta todo esto, se puede apreciar que el metaverso sigue madurando para encontrar su hueco en el audiovisual y, en este sentido, lo tiene todo a favor. Por otro lado, el ritmo del avance de las nuevas formas de contenido pide ser regulado para que se pueda explotar de una forma más eficiente y segura por parte de los creadores. A fin de cuentas, esta industria debe poner de su parte para adaptarse a los nuevos modelos de creación y poder navegar hacia el horizonte de posibilidades que las nuevas tecnologías nos ofrecen.